MI SILENCIO

Y es que me da miedo decírtelo,
Pero morder tu terca fruta,
Es suave a mis rotos dientes.


Poner mis manos sobre tus espinas,
Es acariciar el alba,
En persona y en presencia del señor.


Y es que, por ti,
Por nadie más que tu, 
Y en toda la extensión de aquello que se llama por tu nombre,
He hecho lo que no debe hacerse y lo que no debe no así mismo.


Pero es premio posar las hojas de tu loto,
Encima de mis penitentes marcas del reloj,
Que ha quemado la piel abierta,
De mi torso día tras día. 


Dormido estoy, escucha,
Que no sé si soy o siento, o si vivo o muero, 
Pero sé que hoy, desde hace muchos hoy y ayeres,
Le doy el visto bueno a maquinar en ti.


Y es que me da miedo decirte,
Pero más me da guardarlo más,
Tanto que asobrone mis bodegas
Y deje hambrientos tus telares.


Yo que nada tengo, 
Y que mucho y nada hago,
Te entrego hoy y siempre,
La disculpa eterna de mi alma,
Que no quiere perderse,
Ni un solo trazo de ti.

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