AHORA ES MI DEBER

Se lo que se siente, 
Lanzarse a la marea entre las ruedas de un carruaje,
Y estar sedado entre dos piernas y un calor inmenso.

Suave tu rojeza y escuálido mi vientre,
Pero insólito y grande tu voz en mi armonía,
Aunque no vale ni un centavo de tu tiempo,
Ni un denario de mis días.

Es otro mi sustento,
Mi fuerza y pilar, mi aliento,
Que me hace ser, no ser y estar sin ir,
Bajo esta fuerza animal extraña que me rodea.

Aunque quema y anuncia su partida a veces,
Le riego como agua de los ríos, 
Al manjar de los frutos del cedro tropical,
Que no existe nunca.

Santa, sea tu sonrojada forma de querer, 
Querer sonreír ante mis ojos turbios,
Y mi mandíbula cansada en arado ajeno,
Que no sabes que lo está.

Adiós torrente de sangre fría,
Espero no querer beberte nunca más, 
Pues cálida copa en bandeja fina, 
Tomo yo, por que bajo lazo de mil rosas,
De cien blancas y mil rojas,
He firmado ya la dulce sentencia,
Que no es ni yugo ni penitencia,
Si no producto de mi sopor diario,
Que no me deja beber más.

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